En Madrid se halla una multitud de nobles, unos opulentos, otros ricos y mucha parte pobres que no contribuyen poco a la decadencia de su población, a la agricultura, al comercio y fábricas. La alta idea que tienen concebida de su nacimiento los entretiene en la inacción, y en la ociosidad, con el pretexto de adquirir algún empleo capaz de mantener su familia con decencia, y no ponerle algún borrón, [rehúyen] el aplicarse al comercio, a las manufacturas, o a cualquier género de industria, y desprecian con altanería al labrador y al artesano. En España el que tiene origen noble, toda su descendencia es noble, por más pobre y vaga que sea; como al contrario el labrador y artesano por más riquezas que hayan adquirido [...] si no nació noble nunca lo será, si no se le concede tal privilegio por el Rey.
LARRUGA, E.: Memorias políticas y económicas, 1787, pp. 9-10
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