Los diez países de mayor crecimiento del mundo
El crecimiento del producto interior bruto (PIB) o del producto nacional bruto (PNB) no es el mejor indicador económico para medir la prosperidad de un país, aunque todos los economistas lo usamos. En cierta forma, adolece del mismo problema del uso del PER (price earning ratio) para medir qué acción o índice bursátil es más barato: no tiene en cuenta el nivel de deuda. Por ejemplo, un país puede estar creciendo a tasas del 5% anual pero financiándolo con un incremento de su endeudamiento del 20% anual, con lo que es mucho más sano el crecimiento de otro país del 3% y sin deuda. Endeudarse suele ser comprar tiempo, adelantar crecimientos futuros al presente, con lo que se reducirán las tasas futuras. Ocurre igual cuando comparas el PER de dos compañías con distintas estructuras financieras.
Y el uso del PIB o del PNB tiene un defecto aún mayor. Sólo adiciona productos y servicios, nunca los resta. Por ejemplo, si destruyes un edificio y lo construyes, sólo computa la suma y no la resta. Si lo haces cinco veces, sumas cinco veces lo mismo. Si construyes un aeropuerto sin aviones, te aumenta tu PIB, da igual si se usa o no.
Por otro lado, a mí siempre me gusta comparar los crecimientos del PIB o PNB per cápita, ya que permite medir a dos países con crecimientos demográficos dispares.
El crecimiento más sano y sostenible es el de aquellos países que lo financian internamente, sin un gran aumento de su deuda y que, además, no se debe a efectos demográficos. Un estado puede crecer al 3%, pero si su PNB per cápita no crece, le resta mucha calidad.
Por desgracia, la mayoría de estudios internacionales comparan la evolución de los PIB o PNB absolutos de sus países y no tienen en cuenta la deuda.
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